Una veintena de las túnicas que las orfeonistas visten desde 1965, diseñadas por Balenciaga, se exhiben en el Museo Metropolitan de Nueva York (MET) en la exposición “Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica” inaugurada el 10 de mayo que se podrá visitar hasta el 8 de octubre.
Estos austeros uniformes blancos creados por el modista guipuzcoano comparten espacio en las galerías de arte medieval en el edificio principal de la Quinta Avenida neoyorquina con otros ricos tejidos bordados y accesorios litúrgicos procedentes de la sacristía de la Capilla Sixtina, muchos de los cuales nunca se han visto fuera del Vaticano. Las túnicas blancas de los 21 maniquís uniformados situados en el coro de la galería otorgan luminosidad y serenidad a la sala, como si se tratara de un grupo de ángeles que preside la estancia.
La muestra explora la relación entre moda y religión en lo que respecta al catolicismo. Esta relación, que ha sido compleja y a menudo conflictiva, ha producido algunas de las creaciones más ingeniosas y elegantes de la historia de la moda. A través de ejemplos clave de estas creaciones desde principios del siglo XX hasta el presente, la exposición examina la mirada de formas en que los diseñadores se han inspirado en la religión, incluidos textos sagrados, imágenes, objetos, espacios, personas, rituales y especialmente vestuario. Sitúa estos diseños dentro del contexto más amplio de producción y consumo artístico, y analiza su conexión con la historiografía del "cristianismo material" y su contribución a la construcción perceptual de la "imaginación católica".
Cristóbal Balenciaga, que era un devoto católico, es uno de los diseñadores de moda fundamentales en los que se centra la exposición.
De blanco inmaculado
Cristóbal Balenciaga ha estado vinculado a la historia del Orfeón Donostiarra desde 1945. Cuando en 1909 el coro pasó a ser mixto, las mujeres no tenían uniforme, cada una aportaba su propio modelo con el color blanco como único denominador común. En 1945, un grupo de orfeonistas que trabajaban como modistas en el taller que Cristóbal Balenciaga tenía abierto en San Sebastián, obtuvieron del diseñador un patrón especial para el viaje que ese año hizo el Orfeón a Portugal. Desafortunadamente no quedan más que fotos de aquel primer uniforme.
Este modelo fue sustituido por otro más minimalista, diseñado también por Balenciaga en 1964. Es el que se puede ver en el Metropolitan. Le eliminó la lazada del escote en pico, que lo cambió por uno redondeado y mantuvo el cinturón blanco y la manga larga.
Ese mismo año, Cristóbal Balenciaga fue nombrado directivo de honor del Orfeón “por su brillantísima colaboración”.
Aquellos uniformes se utilizaron hasta el año 2000, en que se realizó una nueva edición que solo cambió el tejido y respetó el sobrio diseño de Balenciaga, que es el que usan actualmente las orfeonistas en perfecta convivencia con el estrenado el año pasado de Givenchy.
El rosa Balenciaga y Givenchy
Hubert de Givenchy, amigo, gran admirador de Balenciaga y presidente fundador de la Fundación del modista de Getaria, fue quien diseñó el nuevo uniforme femenino estrenado en 2017. Lo hizo de forma altruista y como homenaje al maestro vasco de la alta costura. La elegante austeridad del negro combina con uno de los colores preferidos de Balenciaga que el argot de la moda lo tiene acuñado como “rosa Balenciaga”.
De corte imperio, con escote en pico, deja suelta la cintura y se ciñe debajo del pecho con un cinturón rosa que finaliza en un lazo, casi una seña de identidad de sus colecciones. El modelo resulta cómodo, sofisticado y elegante. Otro detalle que llama la atención es el de las amplias mangas que llegan por encima del codo.