Con la asistencia de las 6000 personas que llenaron el Velódromo de Anoeta, el Orfeón celebró el sábado, 27 de octubre, su 110 aniversario “en casa”, después de haberlo hecho en Viena y en Madrid con otros dos conciertos.El de Donostia fue para agradecer a los socios y amigos su ayuda generosa y para demostrar que el coro mantiene sus ganas de seguir cantando con la misma entrega de siempre. Por todas estas razones, fue un concierto festivo, en el que se conjugó la intensidad de Carmina Burana, una de las obras más interpretadas por el coro, con otras partituras populares que su director bautizó como “Carmina mundana”. A la cita se sumaron representantes políticos, del mundo universitario y cultural, del sector empresarial, miembros de otras formaciones corales y profesionales de la música.
En el Velódromo se había levantado un escenario de 20 metros de fondo por 25 de boca para dar cabida a las cerca de 300 personas que integraban la orquesta y el coro.Un amplio equipo de técnicos se encargó de acondicionar el recinto para que la acústica fuera lo más perfecta posible y para conseguir una iluminación adecuada. Se utilizaron 50 cabezas robotizadas, más de 100.000 watios de luz convencional, además de dos cañones de seguimiento.
Minutos antes del concierto, el público pudo ver a través de las dos pantallas gigantes situadas a ambos lados del escenario, el video institucional ha realizado recientemente, en el que se recogen opiniones de directores que han colaborado con el coro y un fragmento del concierto celebrado en el estadio de Anoeta en 1997 con motivo del centenario.
La periodista Edurne Ormazabal presentó al presidente de la entidad, José María Echarri, quien agradeció el apoyo de los amigos y patrocinadores, “sin cuya ayuda –dijo– no hubiéramos podido celebrar este acontecimiento histórico y artístico”. También avanzó los tres proyectos que el Orfeón llevará a cabo el próximo año con tres de los maestros más destacados del panorama musical actual: Riccardo Muti, Zubin Mehta y Lorin Maazel.
Tras esta breve intervención, Sainz Alfaro se puso al frente de la Orquesta Aniversario, integrada por músicos de diversas formaciones y de los 150 orfeonistas, a los que se sumaron las voces infantiles de los componentes del Orfeoi Txiki y del Orfeoi Gazte. Todos ellos, junto a los solistas Rocío Martínez, Carlos Mena y Lluís Sintes interpretaron de forma brillante la cantata Carmina Burana, que fue interrumpida en dos ocasiones por los aplausos del público.
A la intensidad de esta obra, ya sin las voces infantiles, le siguió la melancólica Siboney, del compositor cubano Ernesto Lecuona. El programa continuó con Edelweiss, uno de los temas popularizados por la película “Sonrisas y lágrimas” y la obra Negra sombra con letra de Rosalía de Castro que constituye una de las más emblemáticas canciones de la música gallega. Mikel Laboa, que estuvo presente en el Velódromo, pudo escuchar junto al resto del público, la versión orquestada de dos de sus grandes éxitos: Txoria Txori y Baga Biga Higa. Esta última, que él cantó por primera vez con orquesta, junto al Orfeón, en el concierto del estadio de Anoeta en 1997, fue interpretada por el orfeonista Iñaki Andueza. En Aurtxoa Seaskan, de Gabriel Olaizola, intervino como solista la soprano del Orfeón Ana Salaberria. Alma llanera, de P.E. Gutiérrez, fue la otra obra con la que se completó el apartado denominado “Carmina mundana”.
Los componentes del Orfeón demostraron su sentido del humor en las propinas. Hubo bailes improvisados, lluvia de confetis y papeles de colores en la versión de María Cristina, de Nico Saquito, con una intervención estelar del orfeonista Rafa Lasa. Las otras tres fueron temas vascos: la habanera Parte Vieja donostiarra, de Ugalde, que el director invitó al público a tararearla, Maite, de Sorozabal, y el Agur Jaunak, escuchado por todo el público en pie.
El concierto fue grabado por Euskal Telebista y emitido en su primera cadena la misma noche, a partir de las 23:15 horas.